Una de
las palabras que más recuerdo de mis clases de periodismo es “fairness”, tal
vez porque odio los anglicismos y nunca supe cómo traducirla exactamente o más
bien porque la profesora Ivonne Jiménez nos la repetía constantemente.
La
traducción literal es algo así como justicia, rectitud, derecho; pero en el
periodismo es más que eso, el “fairness” es la obligación que tenemos los
periodistas de presentar la otra cara de la moneda, las diversas posiciones en
torno a una determinada situación.
Aunque
en el libro de caras todos nos creemos periodistas, esta plataforma no es un
formato periodístico, es un soporte mediante el cual se puede expresar
libremente lo que sea, cuando sea y de quien sea.
Con
mucha frecuencia se suele confundir libertad de expresión con libertad de
prensa, hasta la Sala Constitucional de Costa Rica confundió los conceptos
cuando determinó que, amparados en el derecho constitucional de la libre
expresión, no se le podía restringir a nadie el derecho a informar. Eso es como
si amparados en el derecho a la salud, cualquiera pudiera recetar medicinas sin
tener un título que lo acredite como médico.
Pero
bueno, ya me desvié del tema, mi punto es que el libro de caras, al ser una
plataforma de libre expresión, no se rige por las normas propias del
periodismo, ya que quienes difunden mensajes no son periodistas, sino personas
que hacen valer su derecho a la libre de expresión. Por ello, acciones como contrastar
las fuentes, no se realizan.
Y es
así como vemos que se publican y comparten historias parciales, donde sólo se
puede ver una cara de la moneda y damos por un hecho que esa es la verdad absoluta,
se propaga rápidamente y llega hasta los medios cuyo formato si es periodístico
y en algunos casos, los periodistas responsablemente, cumpliendo con su labor,
buscan la otra parte de la historia; pero en otros, el medio periodístico se
convierte simplemente en un altavoz de lo que se propagó en las redes sociales.
¿Realmente
portaban banderas del PLN algunos carros que distribuían ayudas a los
damnificados del huracán Otto en Upala, eran aficionados del Limón Fútbol Club
que portaban su bandera, era un montaje fotográfico, o una foto de la época de
campaña que se hizo pasar como actual? No conozco la respuesta, pero después de
ver muchas publicaciones en el libro de caras, todas apuntaban a lo primero,
todas copiaban y compartían la misma foto sin buscar la otra versión de la
historia.
Como
este caso hay muchos, sólo por citar algunos: el de la Clínica Marcial Fallas,
las amenazas de nuevas cabezas de agua en Upala y el asesinato de Gerardo Cruz.
No se
crea todo lo que ve en el libro de caras, normalmente son partes de un
rompecabezas y no siempre alcanzamos a ver todas las piezas. Lo mismo aplica
para los formatos periodísticos; últimamente se han contagiado de ese efecto
que causan las redes sociales y en su afán por ser los primeros en publicar,
terminan dejando perdidas partes de la historia y a como sucede en el “facebook”,
se olvidan del mentado “fairness”.
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